¡VAL HABLA!

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La relación entre cine e historieta no la inventaron Warner Bros ni Disney Studios. Viene de lejos y es biunívoca: de siempre hubo cómics que saltaron a la gran pantalla, casi siempre en forma de seriales sabatinos (The Phantom, Buck Rogers, Terry y los piratas, Flash Gordon), y hubo películas que tuvieron su versión en comic-book: recordemos la adaptación de Espartaco por el gran John Buscema o, por mucho que nos sorprenda hoy, los tebeos protagonizados por John Wayne, Buster Crabe o Roy Rogers… con sus propios nombres.

En los años cincuenta y sesenta del siglo veinte se pusieron de moda las grandes adaptaciones de los clásicos de la mal llamada literatura juvenil, en especial las historias de romanos (La túnica sagrada, Ben-Hur) y las aventuras medievales (Ivanhoe, Los vikingos, Los caballeros del Rey Arturo). En esa moda efímera que competía con el technicolor y la pantalla grande con la televisión que se apoderaba de los hogares podemos incluir la adaptación de Príncipe Valiente, la obra maestra de Harold Foster.

Los derechos para adaptar las andanzas de Val a la pantalla llevaban años dando vueltas por los estudios sin que nadie se atreviese a meterle mano. No es difícil averiguar por qué: el tono de novela-río de la serie, la calidad adulta de sus historias, lo redondo y pulido de los personajes desafiaba la posibilidad de llevar todo eso al cine. ¿Cómo condensar en dos horas lo que era, en las páginas dominicales de los periódicos, la historia de una vida?  Desde Hollywood ya eran conscientes de que Prince Valiant no se parecía a los demás cómics, y por tanto no podía ser llevado al cine de la misma forma. La adaptación, que por fin arrancó gracias al guion de Dudley Nichols, se presentó como una superproducción al uso, con colores deslumbrantes y la dirección de un artesano de renombre, Henry Hattaway. Es quizás la primera vez que un cómic se lleva al cine con un gran presupuesto y un lanzamiento de categoría.

No podemos ponernos en la mente de los públicos que recibieron la película en el momento de su estreno. Hoy es fácil pensar que el director ideal, por sensibilidad paralela con Foster, habría sido John Ford. Y quejarnos de los muchos y quizá caprichosos cambios realizados a la historia original. De hecho, a Foster no le gustó la película (y salió escopetado con su esposa para coger el tren nocturno de vuelta a casa), aunque sí (y mucho) Janet Leigh, que hizo una Aleta que no era Aleta pero llenaba la pantalla. Pese a que se quejara de la peluca, lo cierto es que Robert Wagner da el personaje, se agradece la presencia un tanto inane de Debra Paget como improbabilísima Ilene, hermana de Aleta en este universo paralelo, y el resto del reparte cumple sin estridencias. Lo peor de la película es que en muchos aspectos es un corta y pega de los momentos culminantes de los primeros años de la serie. Lo mejor, el sonido hipnótico de la Espada que Canta cuando entra en combate.

Foster siguió a lo suyo con su historieta. El estudio quiso explotar la inversión y lanzó la adaptación de la película en un comic book al que siguieron, a lo largo de los meses, otros seis. Los dibujó Bob Fujitani (1921-2020), poco antes de que se encargara de trabajar como “ghost artist” en el Flash Gordon de Dan Barry.

Reconozcamos todos que ponerse los zapatos de Foster es, directamente, imposible. Pero Fujitani cumple con creces y hace un buen trabajo. No plagia a Foster, aunque los expertos podamos rastrear en sus dibujos la alusión o la inspiración de algunas viñetas del gran maestro. Más allá de la adaptación de la película, son su continuación lo que nos llama la atención: con un estilo narrativo diferente, con una plantilla a veces demasiado reconocible de un número a otro (¡esos diálogos lisonjeros de la viñeta final!), las historias de este príncipe Valiente alternativo sí tienen en el fondo la misma épica y la misma sensación de lucha contra los elementos y los ejércitos enemigos que, en manos de Foster, con un mejor desarrollo de páginas, habrían sido buenas historias dominicales.

Los guiones corren a cargo de Paul S. Newman (1924-1999), sin ninguna relación con el actor, y que aparece en el libro Guinness de los Récords como el autor más prolífico de comic books, con más de 4100 historias publicadas en un total de 36.000 páginas: trabajó para DC, Avon, Fawcett, Atlas… El título en el que más tiempo estuvo fue Turok son of Stone: nada menos que 26 años.

Veremos que en las páginas que siguen Boltar (y hasta Gawain) se convierten en contrapuntos humorísticos porque el estrellato lo tiene que realizar “Valiente” (solo un par de veces se le llama “Val”). Para facilitar la lectura a un público infantil y diferente al que seguía las historias de nuestro príncipe Valiente-prima  aquí los personajes hablan y se usan bocadillos. El efecto es un tanto extraño y en el fondo demuestra que Foster no se equivocó al contar su historia como lo hizo: la épica tiene sus códigos y Foster los usó de manera soberbia.

Disfrute el aficionado de esta rareza. Un producto fugaz, cuando nadie podía imaginar que Prince Valiant sobreviviría tantos años a la muerte de Foster y lo continuarían prestigiosos dibujantes, pero hecho con admiración y reverencia.

Un producto digno que Sin Fronteras os ofrece en exclusiva.

 

 

Sobre el Autor

Rafael Marin

RAFAEL MARÍN (Cádiz, 1959) ha publicado más de cuarenta libros en diversos géneros: Lágrimas de luz y Mundo de dioses en la ciencia ficción; La leyenda del Navegante en la fantasía épica; La ciudad enmascarada, Ora Pro Nobis y Memento Mori en el terror; Detective sin licencia, Los espejos turbios, Lona de tinieblas, Elemental querido Chaplin en el policial; El anillo en el agua y El niño de Samarcanda en la memoria biográfica; Las campanas de Almanzor, Juglar, Victoria, Don Juan, Elsinor y Odiseo rey en la novela histórica.

Es autor de antologías como Unicornios sin cabeza, El centauro de piedra, Piel de Fantasma o Son de piedra y otros relatos. Entre sus libros de ensayo destacan Hal Foster: una épica postromántica; W de Watchmen y Marvel: Crónica de una época.

2 Comentarios

  • A mi Fujitani me gustó mucho en Flash Gordon, tenía un dibujo cálido y efectivo que le iba bien.
    La película sin ser una maravilla , era digna, lo mejor Gawain y James Mason de malo.
    De hecho algo influye la película en Gawain para el comic, más cómico que hasta entonces.
    Pero el resto de los actores cumplía bien, fue peor la versión de los años 90, e incluso esa es mejor que los bodrios con que continua disney sagas cerradas hace décadas.

    • La de los noventa es un horror (hace que le des nota alta a la serie de animación). Esta, sí, era digna (casi Serie B hecha con presupuesto …si no hubiese sido cosa de un gran estudio, con su maquinaria productiva y sus artesanos). El cómic también es digno. El trabajo más destacado de Fujitani en comic-books probablemente.

Rafael Marin

RAFAEL MARÍN (Cádiz, 1959) ha publicado más de cuarenta libros en diversos géneros: Lágrimas de luz y Mundo de dioses en la ciencia ficción; La leyenda del Navegante en la fantasía épica; La ciudad enmascarada, Ora Pro Nobis y Memento Mori en el terror; Detective sin licencia, Los espejos turbios, Lona de tinieblas, Elemental querido Chaplin en el policial; El anillo en el agua y El niño de Samarcanda en la memoria biográfica; Las campanas de Almanzor, Juglar, Victoria, Don Juan, Elsinor y Odiseo rey en la novela histórica.

Es autor de antologías como Unicornios sin cabeza, El centauro de piedra, Piel de Fantasma o Son de piedra y otros relatos. Entre sus libros de ensayo destacan Hal Foster: una épica postromántica; W de Watchmen y Marvel: Crónica de una época.