ALGO HUELE A DIVERTIDO EN DINAMARCA (HAGAR EL HORRIBLE 1)

A

 

Tiene un algo de Obélix, pero a lo bruto. Un no se qué de Boltar, pero en más simplón. Su pizca de Volstagg, pero haciendo el guiño la inspiración shakespeariana de Falstaff (no en vano su hijo se llama adecuadamente Hamlet).

Es el protagonista de una de las grandes tiras de cómic humorístico de todos los tiempos, Hagar el Horrible (con diéresis en la primera a, pero solo en el logotipo). Su figura gruesa y desaliñada, su expresiva corporalidad, sus pataletas y caprichos de niño grande lo han convertido en un fan favourite casi desde sus inicios. Aunque nos parezca que siempre ha estado ahí, en realidad en 2023 cumple medio siglo de vida, excusa más que perfecta para darle la bienvenida en nuestra línea Sin Fronteras, dedicada hasta ahora a los cómics de aventuras para la prensa norteamericana… pero cualquier le dice que no a nuestro amigo el vikingo.

Lo hemos conocido como suplemento en alguna revista del corazón, o de extranjis en alguno de los pocos periódicos que publican tiras en nuestro país. Como el material vino siempre de ediciones sudamericanas, se le rebautizó como “Olaf” o como el “Olafo el amargado”.

Nosotros hemos decidido respetar su nombre, no sea que se nos enfade, que es muy suyo.

Porque, verán, nuestro vikingo pelirrojo es cualquier cosa menos amargado. Ama la vida, la diversión, la comida, la batalla, el hidromiel, las batallas, el saqueo. Y no comprende muchas de las otras cosas que nos provocan, por contraste con nuestra experiencia, la carcajada.

Se llama Hagar, y nos pareció necesario respetar su nombre original, como hemos vuelto al nombre original de Flash Gordon (conocido a veces como “Roldán el Temerario”), de Johnny Hazard (rebautizado “Juan el intrépido” hace ya muchos años), o el Fantasma (o sea, sí, “el Hombre Enmascarado”, que pierde al llamarse así toda la mística sobrentural que rodea al personaje).

Hagar el horrible no podía ser menos. Porque la aliteración de la “h” está en el título, y en todos los miembros de la familia: Helga, Honi, o Hamlet. En la tira original, hay un Olaf, el sacerdote, y algún que otro vikingo llamado así.

Pero Hagar solo hay uno.

Bueno, en realidad hay dos.

Porque, verán ustedes, “Hagar el terrible” (aquí sí es “terrible” y no “horrible”) es el mote con el que los hijos de  Dik Browne (1917-1989) lo apodaban desde un día que, discutiendo o peleando como suelen pelear o discutir los hermanos, nuestro dibujante tuvo que dejar su trabajo hecho un basilisco para poner orden y echar la bronca a sus hijos. Uno de ellos hizo el comentario: “Ahí viene Hagar el terrible”. Y desde entonces así lo llamaron.

No es extraño que, cuando Browne crea a su vikingo, se autocaricaturice en su criatura, y que aproveche la aliteración y se convierta en Hagar el horrible. Un motivo más, ya ven, para respetar el nombre original y olvidar lo de “Olafo”… Que de todas formas nunca nos ha parecido serio. Hagar, por cierto, se pronuncia “hei-gar”. A mí personalmente me parece una deformación fonética consciente de “Ogro”.

Dik Browne ya venía de triunfar con otra tira de corte familiar, esta vez de tono contemporáneo: Hi and Lois, un spin off de otra serie de éxito, Beetle Bailey, de Mort Walker, que firmaría los guiones de las aventuras domésticas de Lois… que es nada menos que la hermana del vago de Beetle. Pero Hagar es creación suya en solitario, la marca de la casa, el héroe familiar, de suerte que tras el fallecimiento de Browne sea su  hijo Chris quien han continuado la saga de este peculiar vikingo.

Tenemos ahora la posibilidad de ver cómo la tira se engrandece día a día, semana a semana, desde el principio, alternando las planchas dominicales con las tiras diarias. El dibujo es elegante y portentoso, el lenguaje corporal de los personajes magistral. Cada secundario está perfectamente definido con la economía de recursos que permite el formato de la tira, pero vean ustedes la figura recia y casi de valkiria de Helga, la sufrida esposa de Hagar, que lo soporta y lo mangonea a partes iguales, y que a veces sí a veces no cree que su marido se dedica a negocios de importación. Vean la delicadeza del intelectual de la familia, el dubitativo Hamlet (la coña con los daneses y Will Shakespeare es acertadísima), un personaje que se adelantó a Lisa Simpson en varias décadas. Y vean cómo define Browne a los vikingos aún más brutos que Hagar, a los caballeros melindrosos, a los monstruos y dragones que le salen al paso. Y no nos olvidemos de Lucky Eddie, que es más simple que el mecanismo de un botijo, un bueno para nada que arranca carcajadas con las meteduras de pata que suele cometer y que, por ser “afortunado”, es blanco de mil perrerías. A Lucky Eddie se le conoció en otras traducciones como “Afortunado Eddie” o, más comúnmente, “Chiripa”. Nosotros nos hemos decidido por rebautizarlo como “Fortunato”.

La Edad Media (o Edad Oscura, como se refiere en inglés y a veces es mencionada en estas tiras) es tan irreal como la del otro vikingo de nuestras publicaciones, el príncipe Valiente. Es una Edad Media donde se mezclan los siglos y, sobre todo, donde se juega con el anacronismo que sirve para hacer una divertida comparación con nuestro tiempo. Hagar y su familia no dejan de ser la familia nuclear americana, nuestras propias familias: el padre trabajador, la explotada ama de casa, la hija mayor con la cabeza puesta en el matrimonio (y en ser una mujer guerrero, pero esa es otra), y el hijo menor convertido en un intelectual que tiene la desfachatez de leer libros… ¡y que lleva el pelo corto!

Disfruten ustedes y rían, porque se van a reír mucho.

Y no se nos pongan quisquillosos y digan que los vikingos no tenían cuernos. Si Hagar lleva cuernos en su casco… ¡es que quiere llevar casco con cuernos!

 

Sobre el Autor

Rafael Marin

RAFAEL MARÍN (Cádiz, 1959) es profesor, escritor, traductor, guionista y teórico de historieta. Ha publicado más de treinta libros en diversos géneros: Lágrimas de luz y Mundo de dioses en la ciencia ficción; La leyenda del Navegante en la fantasía épica; La ciudad enmascarada, Ora Pro Nobis y Memento Mori en el terror; Detective sin licencia, Lona de tinieblas, Elemental querido Chaplin en el policial; El anillo en el agua y El niño de Samarcanda en la memoria biográfica; Las campanas de Almanzor, Juglar, Victoria, Don Juan y Elsinor en la novela histórica.

Es autor de antologías como Unicornios sin cabeza, El centauro de piedra, Piel de Fantasma o Son de piedra y otros relatos. Entre sus libros de ensayo destacan Hal Foster: una épica postromántica; W de Watchmen y Marvel: Crónica de una época.

4 Comentarios

  • Curioso. Cuando se publicaba en los periódicos nunca me llamó la atención. Claro que relegada a una esquinita encima del crucigrama es difícil brillar…

    • Dele usted una oportunidad, le aseguro que varias sonrisas y hasta algunas carcajadas serán su recompensa.
      Esta edición puede ser la oportunidad perfecta, en Internet hay algunos ejemplos muy buenos.
      Hagar/ Olafo es a los vikingos lo que era superlopez a superman, aunque a Jan se le acabó la chispa después de los petisos, mientras que nuestro vikingo ha aguantado el tipo como Mortadelo y Filemon.
      Por eso el vikingo y los agentes de la TIA aún nos alegran la vida.
      Un cordial saludo.

Rafael Marin

RAFAEL MARÍN (Cádiz, 1959) es profesor, escritor, traductor, guionista y teórico de historieta. Ha publicado más de treinta libros en diversos géneros: Lágrimas de luz y Mundo de dioses en la ciencia ficción; La leyenda del Navegante en la fantasía épica; La ciudad enmascarada, Ora Pro Nobis y Memento Mori en el terror; Detective sin licencia, Lona de tinieblas, Elemental querido Chaplin en el policial; El anillo en el agua y El niño de Samarcanda en la memoria biográfica; Las campanas de Almanzor, Juglar, Victoria, Don Juan y Elsinor en la novela histórica.

Es autor de antologías como Unicornios sin cabeza, El centauro de piedra, Piel de Fantasma o Son de piedra y otros relatos. Entre sus libros de ensayo destacan Hal Foster: una épica postromántica; W de Watchmen y Marvel: Crónica de una época.