Llegamos al último tomo americano de Williamson. Hay otro posterior, más finito, dibujado por su sucesor, George Evans… que no ha tenido continuidad en la edición americana porque, bueno, digamos suavemente que Evans no es Williamson.
Ese último tomo americano nos presenta un problema: O dejamos fuera cien páginas, o lo publicamos como un tocho de 260, desluciendo toda la estética y la filosofía de nuestros libros.
Hay más: de las historias que componen ese último libro americano, Williamson hace solamente una, ciñéndose en otras a abocetar un par de tiras. Los dibujos en general son… pues como las historias finales del tomo que ya hemos publicado en español (recuerden la historia de los aviadores y tal). O sea, poquita cosa.
¿Qué hacemos? Podemos publicar solo las páginas de costumbre y completar con el último tomo de George Evans. O sea, sacar dos tomos más y poner fin a la serie porque hacia el futuro no hay más material.
Peeeeeeero, y es un peeeeeeero muy grande, amiguitos, Corrigan es, de toda la línea, el título que menos seguidores tiene. Muchos menos seguidores. La nostalgia del niño-viejo lector, del coleccionista, se centra en Flash Gordon, Phantom o Mandrake, casi ignorando series superiores como Terry o Johnny Hazard.
¿Qué hacemos? ¿Nos tiramos de cabeza al vacío? ¿Pagamos una pasta gansa por los derechos de dos libros, por la traducción, la restauración, la rotulación, el papel, la imprenta, la distribución? ¿Sabiendo que cuando los lectores abran el penúltimo tomo y vean que apenas sale Williamson se va a comprar la nueva reedición de Dark Knight y que cuando vea el último ni siquiera se va a molestar en abrirlo? ¿Puedo obligar al editor a perder dinero por completar una serie de cromos que no sigue nadie?
Espera, espera. Quizás podamos asegurar la serie volviendo hacia atrás. No podemos publicar, de momento, las primeras aventuras de Alex Raymond, el creador de X-9. Pero sí las de su continuador Mel Graff, a decir de los expertos el mejor autor que ha tenido X-9. Podemos conseguir un puñado de años de material gracias a la labor de esos colaboradores en la sombra que nos echan un cable cuando King nos tira el ancla.
Pues vamos a por Mel Graff. Dejamos en suspenso el remate de Williamson: quizás, cuando llevemos ocho o nueve tomos de Mel Graff, publiquemos lo que nos falta de Williamson y la serie asegure su existencia por otro lado. No hemos tirado la toalla con Corrigan: simplemente, intentamos que no se hunda y abra una vía de agua económica en la editorial (que es pequeñita, recuerden ustedes, no un conglomerado multinacional).
Así que hemos vuelto a Corrigan cuando se llamaba X-9. Dos tomos hemos publicado ya. Y tenemos material para otros dos, ya preparado y restaurado, para publicar a lo largo de este año… y un tercero que, dudamos ahora, si continuar con Graff o dedicarlo a (tachán, tachán) la excelente etapa de Austin Briggs (justo lo que va antes de Graff y que ocuparía un solo tomo que estaría para Navidad).
Eso es lo que hay, niños y niñas. Con series tan longevas, hay que hacer malabares para que los títulos no cierren: se salta de una etapa a otra y se tiene en cuenta la idea de completarlo todo. Pero no inmediatamente. No son series semanales. Ni siquiera mensuales.
Comprendo que al coleccionista compulsivo no le guste. A los que nos gustan los tebeos para leerlos, sabiendo además que nuestros libros publican las aventuras completas, parece que sí. O nos perdonan un poquito más, que lo mismo es eso.
Una pregunta, profe: ¿Y si conseguís publicar los 20 años de Mel Graff y terminar la etapa de Williamson-que-ya-no-es-Williamson, iréis a por los diez años de Bob Lubbers/Bob Lewis?
Respuesta: ¡Ojalá! A ver si mientras tanto podemos localizar el material.